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ARMENONVILLE

"Pacho" (Juan Maglio 1880-1934) fue un músico popular de la city porteña que retuvo para los tangos los memoriosos nombres de los dos cabarulos más rumbosos de la primera época... "Armenonville" y "Royal Pigall" de la misma empresa.

Aunque el nombre de Pacho no era el más ligado a esos locales, como las orquestas típicas de Fripo y Canaro, era un sensitivo artista del tango. Forzosamente las fibras de su corazón vibraron ante lo que significaba para la melodía porteña la apertura de esos dos bastiones en los mejores sitios dispares de la ciudad, con brillantes luminarias y la mira puesta en los noctámbulos habtués adinerados, en el barrio Monserrat... "la calle del pecado".

Ya existía en la calle Corrientes el Royal Pigall, en los altos del "foyer" del teatro homónimo del género alegre, cuando al iniciarse la segunda década sus dueños inauguraron frente al Automóvil Club, el cabaert-restaurante "Armeronville", sobre el lugar que ahora ocupa la plaza República de Chile, cerca de la cancha de River Plate.

Por su ubicacióon se trataba de un lugar destinado a las temporadas estivales, y sus creadores le dieron el inofensivo nombre de un "pavillón" de té del Bois de Boulogne parisienense, en vez de llamarlo Rat Mort, o Coucou, o Cri-cri, a la manera de Montmartre. Al fondo de un ancho trazo de jardines ocupado por varias hileras simétricas de mesas, se alzaba el edificio principal... una gran casona de elegantes líneas, pródiga en ventanales vidriados y barbacoas trepadas por enredaderas. En la sala de la planta baja, estaba la pista rodeada de mesas, todo iluminado con cristalería que era un lujo para la época.

Muy poca luz en los palcos y saloncitos de los pisos altos, preferidos por eso mismo para las fiestas alegres condimentadas con tango recio y amor de peso de pluma... Clientes masculinos con féminas plebeyas pero endiabladamente bonitas. Se comía con champagne importado de Francia, aunque esta legalidad vinícola con el paladar y el bolsillo de la clientela de alta nomenclatura, sufrió la pausa de la guerra de 1914, y un día se descubrió que los exhaustos envases de la "Viuda Clicquot" eran rellenados con un mejunje de vino blanco y bicarbonato.

Volviendo al grano, el cabaret llamó a concurso de orquestas típicas, sujeto al veredicto del público habitual mediante el voto. Maglio, se presentó al certamen con un cuarteto, y aunque no fue el triunfador, hizo un airoso papel. Tenía una fama simpática entre la gente del ambiente tanguero, y se había popularizado con el apodo de "Pacho", deformación que la muchachada de su rrioba hizo de la palabra italiana "pazzo" (loco), que usaba el padre de éste para calificar a su travieso vástago en los primeros años del siglo. Alumno del bandoneonista Domingo Santa Cruz, había emprendido un exitoso camino de compases binarios, de sur a norte del pueblo porteño.

Luego, se unó a los tres compañeros de aquel concurso: Bonano en violín, Bacchi en flauta, y Ríos en guitarra, su melodioso bandoneón entra exitosamente para sacar discos en el gran estudio de grabación de la Casa Tagini.

El desparrame de sus discos, la actuación en un conocido café, arrastrando multitudes de oyentes en nocturnas presentaciones, y el honor de ser introducido con sus músicos para animar tertulias en mansiones aristocráticas, apadrinado por los Juárez Celman, Madero y López Buchardo.

Los grandes bailes del Pabellón de las Rosas ponen a su orquesta típica en gran cartel de atracción. Dicho pabellón es vecino inmediato del Armenonville, y en las estivales noches del dios de las burlas constituyen en una sola e indivisible apoteosis del placer, las ondas de ritmos y las guirnaldas de luces de ambos locales, ubicadas entre los bosques de Palermo y la vieja gruta de Recoleta.

-Fuentes varias-


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